Como el universo aprendemos de dentro a fuera y nos reconstruimos de fuera a dentro. El espacio de crecimiento de un cuerpo o de una persona siente un proceso de experimentación emocional y sensitiva que es la culminación del aprendizaje en sí mismo. Reptar por el suelo y sentir su calor, explorar el ambiente, recibir la luz a través de las pupilas, escuchar las gotas caer y tribus cantar, subirte a una escultura de terciopelo, de fieltro, mojarte la mano, dejarte agarrar por tus adres, escucharles hablar, mandar un mensaje al universo con balbuceos. La exposición de Rubén Tortosa nos invita a conectar el espacio virtual con estas experiencias que provoca su instalación.

Os proponemos habitar esta exposición junto a vuestres hijes, de 0 a 3 años, para sentir junto a elles y otras familias estas experiencias sensitivas.