Cuando pensamos en las capacidades sanadoras de la alimentación, normalmente solo se suele reparar en el aspecto nutricional, pero el bienestar que la cocina nos proporciona se expande más allá de vitaminas y nutrientes.
Cuando compartimos la comida en una mesa se crean vínculos y la comunidad se fortalece, se propicia la comunicación, se hace frente a la soledad y se genera tiempo de calidad. En una receta, por ejemplo, pueden confluir diferentes culturas, relatos o maneras de hacer, por lo cual puede resultar una herramienta eficaz para promover la diversidad a la vez que un buen antídoto contra el racismo. Con una compra consciente de los alimentos, además, se favorece la economía local y la sostenibilidad del territorio, que repercute directamente en la calidad del aire y del clima.

‘Lo que no se come’, es un espacio en el cual reflexionaremos sobre todos estos beneficios alimentarios que transcienden el ámbito fisiológico a partir de la práctica real, involucrando la comida con meriendas, preparando recetas o con salidas de campo.
Usaremos procesos artísticos contemporáneos como la instalación y la performance que nos permitirán indagar de manera creativa en el papel que tiene la cocina para conseguir colectivamente una salud llena.